Yone Caraballo

Lanzarote: corazones de segunda

Las lanzaroteñas y los lanzaroteños seguimos teniendo corazones de segunda división con respecto a los ciudadanos de Gran Canaria y Tenerife. Desgraciadamente, padecemos las mismas problemáticas de siempre. Nuestro hospital y, por ende, nuestros profesionales, únicamente disponen de lo que denomino un “desatascatuberías” o “KH7”, método rudimentario utilizado para disolver el trombo que provoca el infarto.

Lo llamo rudimentario porque es así, un mecanismo básico que ayuda a estabilizar al paciente mientras puede ser trasladado al Hospital Doctor Negrín de Gran Canaria para ser intervenido de cataterismo, aunque con ello nos estemos jugando que pueda sufrir una hemorragia secundaria tras el “KH7” (o fármaco) y fallecer.

Es en este momento cuando te pones a pensar qué hubiera pasado si nuestra isla, Lanzarote, contara con la ya ansiada y más que merecida Unidad de Hemodinámica. Es lógico considerar que igualmente los pacientes pudieran fallecer, pero es indudable que la intervención se podría realizar en unas mejores condiciones, aumentando las probabilidades de supervivencia. ¿Acaso los lanzaroteños no podemos tener las mismas probabilidades de vivir que un grancanario o un tinerfeño?

He reivindicado por activa y por pasiva la prioridad de la Unidad de Hemodinámica. Es una cuestión vital, de asegurar la vida y la mejora de la calidad de los corazones de los que vivimos en esta isla.

Los políticos, de cualquier signo partidista y en cualquier ámbito representativo, tienen que priorizar en las demandas básicas de su ciudadanía. Una atención sanitaria acorde a la población, donde se asegure un trato digno y una seguridad de intervención, se presenta necesario en un territorio como el nuestro, isleño, con una masificación poblacional, con más de tres millones de turistas al año, y con una esperanza de vida que va aumentando cada vez más. El Gobierno de Canarias, junto a la Consejería de Sanidad y el Cabildo de Lanzarote, han de aunar fuerzas para que esta demanda sea una realidad lo antes posible.

Por mi parte, ya me he puesto en contacto con la nueva Gerencia del Hospital José Molina Orosa, y me trasladan que el proyecto está en marcha. No obstante, éste que les habla no bajará la guardia, puesto que llevamos muchos años esperando y nada parece haber cambiado. Mientras tanto, tristemente los lanzaroteños seguimos teniendo corazones de segunda, y eso es tanto una tristeza como una realidad que nadie puede esconder.

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