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Prevenir y sensibilizar sobre violencia estética desde el pupitre

La periodista Nadia Martín ha realizado una guía donde aporta una serie de herramientas para prevenir el acoso asociado a la apariencia física en los centros educativos

Eloy Vera 0 COMENTARIOS 12/06/2021 - 10:27

“Gorda, gafotas, larguirucha…” son algunos de los comentarios que la mayoría de la juventud asegura haber escuchado, al menos, una vez en su vida. Insultos y descalificaciones que se vuelven más frecuentes en las mujeres a las que se margina por no entrar en los cánones de belleza preestablecidos. Los expertos alertan de que estas situaciones pueden llevar a episodios de sufrimiento e, incluso, generar trastornos psíquicos. La periodista y fotógrafa majorera especializada en perspectiva de género Nadia Martín se ha propuesto acabar con ello a través de charlas en institutos y una guía editada por Juventud del Gobierno de Canarias con herramientas para trabajar contra el acoso escolar y la violencia estética desde las aulas.

El último informe de la Unesco señala la apariencia física como principal causa del acoso escolar, seguida del racismo. El estudio hace hincapié en cómo las niñas son más propensas a recibir acoso debido a su apariencia física. También quienes no encajan en los mandatos de masculinidad o feminidad, especialmente las personas del colectivo LGTBI. El informe asegura que “estar insatisfecho con el cuerpo está asociado con el acoso”.

Ante esta situación, el área de Juventud del Gobierno canario ha comenzado a impartir unos talleres con herramientas para prevenir la violencia estética en los centros escolares en los que se profundiza en aspectos como el mito de la belleza, la gordofobia y las consecuencias negativas que ocasiona, sobre todo, en las mujeres. En ellos también se proyecta el documental La imposición de la belleza, realizado por la propia Nadia.

Esta periodista y experta en género insiste en la importancia de acercar estos talleres a los adolescentes de los centros educativos. En la primera parte se trabaja con el alumnado el acoso escolar y la violencia estética, “una problemática con la que siguen conviviendo muchos jóvenes, sobre todo muchísimas jóvenes” y es que “la discriminación de género también está ahí”, insiste la joven periodista.

Los talleres han desembocado en una guía, editada por el área de Juventud, para que profesorado y alumnado puedan trabajar conjuntamente la violencia estética y sean capaces de detectar y prevenir situaciones de acoso escolar, humillaciones o trastornos de salud mental relacionados con la apariencia física.

Nadia explica cómo, a veces, “el profesorado se ve sin herramientas con las que poder combatir este tema”. Por ello, ha salido a la luz esta guía que “pretende ser una herramienta para detectar y frenar el acoso asociado a la apariencia física y trabajarlo desde la literatura, pero también con otros instrumentos como el análisis publicitario, la reflexión, la creación de emocionarios o, incluso, desde la música”.

En el apartado de literatura, la autora de la guía acerca al alumnado escritoras de cabecera que reflexionan en sus libros sobre la violencia estética. “Desde la literatura, proponemos trabajar una serie de dinámicas y hacer llegar al alumnado ese activismo que está en los libros y que, muchas veces, no llega a los centros”, explica.

“Hay alumnado que asegura apartar el rostro del espejo para no verse”

De esta manera, el alumnado empieza a familiarizarse con los nombres de escritoras como Naomi Wolf, Sonya Renee, Magda Piñeyro, Desirée Bela, Bel Olid, Tess Hache, María Barba, Gabriela Wiener y Brigitte Vasallo, activistas que han usado la herramienta de la palabra para acabar con los mitos y cánones establecidos en torno al cuerpo.

Una de las actividades que propone para desarrollar en la clase es un club de lectura donde leen El mito de la belleza de Naomi Wolf. Nadia explica cómo el alumnado está “acostumbrado a leer y, a continuación, hacer un comentario de texto”. “Con un club de lectura se puede compartir desde lo colectivo y ver que de lo que se habla en el libro no les resulta tan ajeno”.

La autora de la guía también propone, a partir de lecturas, crear un meme de crítica social. Se trata, explica, de “utilizar las herramientas de comunicación y acercarlas a esta generación de una manera creativa y usando el humor como estrategia para acercar cosas tan complejas como la violencia estética”.

Otra de las actividades que plantea la guía es la realización de un emocionario, una herramienta que permite hacer una serie de reflexiones desde las emociones. “Propongo dibujar una figura de un cuerpo humano y, a partir de ahí, recordar algún momento en el que alguien les dijo algo sobre su cuerpo, que identifiquen las emociones que sintieron y situarlas en el dibujo”, explica su autora y cita a Dau García y M.G. Ruiz quienes apuntan que “las emociones también son herramientas potentes de transformación social; son instrumentos para combatir abusos y para cambiar la estructura de opresiones”.

“La gordofobia opera a muchos niveles y no puede faltar en la perspectiva de género”, destaca. La especialista en este área subraya cómo “numerosos estudios y artículos de profesionales de la salud mental como Jara Aithany o Denisa Praje inciden en la necesidad de la formación en género a la hora de tratar los trastornos alimenticios y la dismorfia corporal. Al final, “son las mujeres quienes se ven más expuestas a la gordofobia”.

Nadia explica cómo la dismorfia corporal, un problema psicológico de alteración de la percepción de la propia imagen corporal, es “muchas veces consecuencia del rechazo hacia nuestros cuerpos. Una persona no nace verbalizando odio hacia su cuerpo delante del espejo, sino que ha habido un sistema de socialización que ha enseñado qué cuerpo es válido y cuál no”.

Ciberactivismo y música

La guía tiene un apartado donde se recomiendan cuentas en las que se realiza ciberactivismo estético y sensibilización coeducativa. “Las redes sociales pueden ocasionar insatisfacciones corporales por esa perspectiva irreal y por los filtros de realidad aumentada, pero también puede ser una herramienta desde la que trabajar, ya que hay muchos perfiles de divulgación de psicólogas y expertas que trabajan todos estos aspectos”, sostiene.

La Unesco alerta de que la principal causa de acoso escolar es la apariencia física

La guía hace referencia a la célebre frase de la feminista Emma Goldman: “Si no puedo bailar, tu revolución no me interesa”. A partir de ahí, el texto incluye y recomienda una serie de canciones que, como matiza Nadia, “pueden ayudarnos a levantar el ánimo e, incluso, hacer algo más amable el camino hacia una relación más sana con nuestros cuerpos”, aunque insiste en que este es “solo un pequeño incentivo ya que el trabajo en torno a la autoestima y el cuerpo no es tan sencillo”.

Los talleres se imparten no sólo a alumnado de centros escolares, sino también en centros de menores con medidas judiciales, escuelas de capacitación agraria o programas de formación en alternancia con el empleo (PFAE). Después de los talleres, se pasa un cuestionario en el que muchas chicas y chicos se expresan desde el anonimato y aseguran haber sufrido ansiedad y miedos por las opiniones de la gente, haber recibido acoso asociado a la apariencia, comentarios descalificativos en torno al cuerpo o sentirse infravaloradas. “Hay mucho acoso por ese ideal en torno al cuerpo y a la belleza, que no es real ni alcanzable, y eso genera tanto sufrimiento...”, insiste la especialista.

Filtros y ‘selfies’

Nadia Martín ha centrado su tesis doctoral en la imposición de la belleza en relación con los filtros de realidad aumentada, una tecnología que permite modificar rasgos del rostro a partir de parámetros ya configurados en el teléfono móvil.

La guía trabaja desde la literatura y la música para evitar las discriminaciones

La experta explica que “al principio fue divertido este universo de filtros, pero con el tiempo se han ido añadiendo más filtros y ha dejado de ser un juego genuino y divertido hasta ir cambiando el rostro de las personas y acercándolo a ese canon eurocentrado, de piel lisa, labios de una determinada manera, etcétera”.

Todo esto ha dado pie a lo que algunos psicólogos y cirujanos han venido a llamar la dismorfia de Snapchat, un término que hace referencia a las personas que se quieren operar para parecerse a su propia imagen retocada con los filtros de algunas aplicaciones. Nadia asegura que cada vez hay más personas que “no son capaces de hacerse una fotografía sin aplicar el filtro porque sienten un rechazo enorme hacia su rostro” y cita la investigación del Boston Medical Center que muestra cómo “las adolescentes que manipularon sus fotos estaban más preocupadas por la apariencia de su cuerpo y aquellas con trastornos de la imagen buscan las redes sociales como medio de validación”.

Además, alerta de que también cada vez hay “más alumnos y alumnas que aseguran apartar el rostro del espejo para no verse”, algo que no les había pasado hasta ahora. Incluso, “muchos chicos y chicas comentan que cuando se hacen un selfie se tienen que hacer muchos antes de lograr uno en el que se vean bien”, apunta.

Nadia concluye asegurando que el objetivo principal es abordar esta problemática y avanzar “hacia el logro de una relación sana con nuestros cuerpos -y respetuosa con los de las demás personas- frente al sistema del autoodio y de vergüenza corporal”.

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