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Las estaciones que vigilan la calidad del aire en Lanzarote no miden algunas partículas que causan graves daños a la salud

Los cinco puntos de control no registran las partículas ultrafinas ni el hollín que provocan los vehículos diésel, los barcos y la central eléctrica de Endesa y que afectan a las vías respiratorias

Central eléctrica de Endesa en Punta Grande.
Saúl García 0 COMENTARIOS 13/11/2019 - 07:29

Cada año en el Planeta mueren tres millones de personas como consecuencia de la contaminación ambiental, según los datos de la Organización Mundial de la Salud. La contaminación provoca cardiopatías, ictus, infecciones en vías respiratorias, especialmente en niños, y cáncer. En este último caso, hace seis años que la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer clasificó a la contaminación atmosférica como agente cancerígeno de nivel 1.

Los contaminantes atmosféricos se componen de una mezcla de gases y partículas en suspensión, que incluyen a las partículas ultrafinas y a las de hollín. Estos contaminantes están asociados al desarrollo del síndrome coronario agudo. Esto se sabe gracias al estudio Black carbón exposure, oxidative stress markers and major adverse cardiovascular events in patients with acute coronary syndromes, realizado en Tenerife y publicado en 2015 en la revista International Journal of Cardiology.

Otro estudio publicado en la Revista Española de Cardiología en 2011 ya había asociado las partículas ultrafinas con la insuficiencia cardiaca. Además, en 2018 se publicó el primer estudio epidemiológico de partículas ultrafinas en España, basado en datos de Santa Cruz de Tenerife, Huelva y Barcelona, que demostró que existe una asociación entre este contaminante y las tasas diarias de mortalidad.

En Lanzarote hay cinco estaciones de vigilancia de la calidad del aire, todas ellas entre Arrecife y Costa Teguise, que miden parámetros como el monóxido de carbono, el ozono o las partículas en suspensión de tamaño menor de 2,5 y de 10 micras, pero no miden partículas ultrafinas ni hollín.

Las estaciones cumplen con la ley europea, ya que la medición de estos dos últimos parámetros no es obligatoria. “Son parámetros de los años 80 y 90, cuando no había tanto conocimiento científico”, señala Sergio Rodríguez, científico titular del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Rodríguez considera que para reducir la exposición a contaminantes asociados a cardiopatías es necesario complementar las mediciones que se realizan en las redes de calidad del aire con mediciones específicas de hollín y de partículas ultrafinas.

En su red, Alemania ya ha incorporado la medición del hollín, mientras que en España hay pocas estaciones que lo midan. En Canarias sí se mide en dos estaciones: en Las Palmas de Gran Canaria y en Santa Cruz de Tenerife.

Mientras que es la calima, un fenómeno natural, la que más contribuye a los niveles de partículas de menos de 10 y 2,5 micras, el hollín y las partículas ultrafinas proceden de otras fuentes: vehículos diésel, centrales de generación eléctrica, barcos y refinerías.

Para reducir la exposición a contaminantes asociados a cardiopatías, es necesario complementar las mediciones que se realizan en las redes de calidad del aire con mediciones específicas de hollín y de partículas ultrafinas

“Es posible que sea más grave para la salud la contaminación que no se está midiendo que la que se está midiendo”, señala Rodríguez, que considera que no haría falta que las cinco estaciones medidoras de la Isla incorporaran estas partículas sino que probablemente con que fueran dos las estaciones que las midieran sería suficiente.

Las competencias para instalar estas estaciones de vigilancia pertenecen al Gobierno de Canarias. “La labor de la ciencia es generar conocimiento y la gestión y la toma de decisiones se debe basar en el conocimiento científico”, añade Rodríguez: “La toma de decisiones que se hace hoy o la legislación de hoy se debe basar en el conocimiento científico generado ayer”.

Ese conocimiento científico sirve para poder armarse de argumentos y reducir la exposición a esos contaminantes con políticas a largo plazo. “Y que no se interrumpan”, recalca este científico.

La atmósfera marina

La contaminación atmosférica ha adquirido dimensiones de gran escala, ya que los contaminantes emitidos en zonas continentales son transportados a la atmósfera marina. De hecho, la deposición de contaminantes desde la atmósfera ya es la vía principal por la que se contaminan las aguas abiertas de los océanos.

El cambio climático y la contaminación de la atmósfera marina están teniendo impactos sobre los ecosistemas marinos, aunque su dimensión no es del todo conocida por la escasez de observaciones a largo plazo. Se están produciendo alteraciones en los flujos de nutrientes.

El calentamiento de las aguas superficiales puede dificultar el ascenso de nutrientes desde aguas profundas y, por otro lado, desde la atmósfera se están depositando grandes cantidades de contaminantes enriquecidos en metales y compuestos de nitrógeno. Algunos de estos contaminantes son tóxicos para las algas (como es el caso del cobre), mientras que otros pueden actuar como nutrientes.

La costa norte de Lanzarote, La Graciosa, Tenerife y La Palma tiene  unas condiciones excelentes para albergar un observatorio para el estudio de la atmósfera marina. La persistencia del alisio permite medir las masas de aire que llegan con contaminación de fondo desde Europa y el Norte de África.

El ozono y monóxido de carbono son transportados desde Europa con regularidad, mientras que el sulfato, nitrato, hierro vanadio y níquel llegan a Canarias desde las zonas industriales de Marruecos, Argelia y Túnez.

Ya hay estudios previos que han demostrado que estos aportes de contaminantes están teniendo lugar de forma habitual, pero no se conocen sus implicaciones. El Observatorio permitiría tener registros a largo plazo de estos contaminantes en la atmósfera marina.

LA ISLA SIGUE CON LOS MAYORES NIVELES DE OZONO ‘MALO’ DE CANARIAS

Lanzarote sigue registrando los mayores niveles de ozono troposférico, conocido como el ozono malo, de toda Canarias. En el estudio elaborado por Ecologistas en Acción, tomando como base los registros de las estaciones de control de la contaminación atmosférica, se concluye que durante 90 días se superaron los niveles máximos establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Las Caletas, donde se encuentra la central eléctrica de Endesa, mientras que en Costa Teguise se superaron los citados niveles recomendados por la OMS durante 75 días.

Durante 90 días se superaron los niveles que establece la Organización Mundial de la Salud y también se vulneraron los máximos legales 12 días en la estación de Las Caletas

La situación ha empeorado en el último año, al contabilizarse ocho días más en los que se incumplieron los niveles que marca la Organización Mundial de la Salud. El estudio destaca que el medio millón de habitantes de las islas de Lanzarote y Fuerteventura, así como del norte de Tenerife, “respiran un aire perjudicial para la salud, según las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud”. La “mala calidad” del aire afecta “a dos quintas partes del territorio” de la comunidad autónoma.

El ozono malo se mide en microgramos por metro cúbico de aire. La Organización Mundial de la Salud toma como referencia no superar los 100 microgramos por metro cúbico y, en el caso de que se produzca, que no sea durante más de 25 días. En las estaciones de control de la calidad del aire que hay en Lanzarote, además de en las citadas de Las Caletas y Costa Teguise, ese nivel también se superó en 56 días en Arrecife y en 32 días en la Ciudad Deportiva. 

El nivel máximo legal de ozono troposférico es de 120 microgramos por metro cúbico. Según el estudio, se superó 12 días en Las Caletas, cuatro días en Costa Teguise, dos días en Arrecife y una jornada en la Ciudad Deportiva.

El ozono troposférico es uno de los gases contaminantes con mayor incidencia en España y los expertos destacan sus “graves impactos sobre la salud pública”, con “efectos adversos en la función respiratoria”. Diversos estudios concluyen su incidencia en “insuficiencias respiratorias,  asma y otras enfermedades broncopulmonares”.

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