MEDIO AMBIENTE

Lanzarote triplica sus emisiones a la atmósfera desde que es Reserva de la Biosfera

Informes de hace veinte años alertaban del necesario cambio de rumbo energético

Central eléctrica de Endesa en Punta Grande. Foto: Manolo de la Hoz
Saúl García 0 COMENTARIOS 14/10/2019 - 06:05

Las emisiones de CO2 a la atmósfera desde Lanzarote en 1993, cuando la Isla fue declarada Reserva de la Biosfera, eran de 410.074 toneladas al año. El año pasado, veinticinco años después, esas mismas emisiones fueron de 1.163.469 toneladas, e incluso un año antes habían sido aún mayores, de 1,2 toneladas.

En esa línea ascendente hay dos años en que las emisiones descienden, 2003 y 2012, pero el resto de los años aumentan respecto al anterior. En cuanto a las emisiones por habitante, si nos ceñimos a la población de derecho, pasa en el mismo periodo de 5,5 toneladas por persona y año a 7,7 y en cuanto a población total, pasa de 3,7 a 5,6. 

Estos datos son una actualización de los que se incluyeron en el documento llamado Sistema de indicadores conjuntos de las islas de Lanzarote y Menorca, recopilados en Lanzarote por el Centro de Datos del Cabildo y en Menorca por el Observatorio socioambiental de esa Isla.

En el caso de Lanzarote, los datos del periodo entre 1993 y 1999 se han extraído del Análisis de los Flujos de Materiales por Lanzarote, realizado por M. Hercowitz en el año 2005. Desde el año 2000 se ha realizado una estimación a partir del combustible descargado en el Puerto de Arrecife con datos facilitados por la Autoridad Portuaria de Las Palmas.

La mayor parte de las emisiones en la Isla se deben, por una parte, a la central térmica y a la central de desalación, y por otra, a las emisiones de los vehículos. En ese estudio se señala que tanto Lanzarote como Menorca, 25 años después de ser declaradas ambas Reservas de la Biosfera, son “todavía muy dependientes de sus centrales térmicas y de los combustibles fósiles, y hay una escasa implantación de las energías renovables”.

“Desde que fueron declaradas Reservas de la Biosfera en 1993, las emisiones de CO2 a la atmósfera se han multiplicado por 1,6 en Menorca y por 2,5 en Lanzarote. En Lanzarote el comportamiento de la serie es creciente desde el inicio de esta, en cambio en Menorca, es creciente hasta el 2008, año en el que empiezan a disminuir las emisiones hasta 2015 que sufren un leve aumento, pero sin llegar al máximo registrado en 2008 de 735.046 toneladas. En términos generales, la evolución ha seguido un comportamiento similar al ciclo económico y demográfico: a mayor crecimiento, mayor incremento de las emisiones”, señala el documento.

Respecto al consumo de energía eléctrica, desde 1993 “en Lanzarote  ha aumentado un 167 por ciento y en Menorca el aumento ha sido de un 56”. “Todo ello se ha visto condicionado por el comportamiento del ciclo económico”. En la parte positiva estaría la implantación de energías renovables. En 1995 Lanzarote disponía de una potencia instalada de 6.405 kilovatios de fuentes renovables, una cifra que ha multiplicado casi por cuatro en la actualidad.

En el caso de Menorca es a partir de 2004 cuando dispone de suministro de renovables con una potencia  de 3.200 kilovatios y que ascienden a 8.300 ahora. En Lanzarote, la predominante es la energía eólica y en Menorca la fotovoltaica.

Vehículos y conductores

El parque de vehículos en la isla es de 130.440, lo que supone casi un vehículo por persona y más de uno por conductor, ya que solo hay 80.429 permisos de conducir expedidos en Lanzarote. En el año 2002 la cifra de coches era de 90.369.

Ya en 1998, en la Estrategia Lanzarote en la Biosfera, respecto a sus objetivos centrales, se aseguraba que el transporte y la movilidad “constituye uno de los puntos cruciales de la sostenibilidad del sistema insular y del patrimonio natural en particular; todo parece indicar que no es posible detener la degradación de una gran parte de una Isla tan frágil como Lanzarote sin moderar unos índices de sobremotorización y movilidad insostenibles”.

Sin embargo, los indicadores han seguido subiendo y no se han aplicado políticas que reduzcan ni las emisiones ni el número de vehículos. Los objetivos pasaban por “asegurar equitativamente la movilidad a todos los ciudadanos; moderar el tráfico de vehículos y los impactos locales del transporte; frenar los impactos de las infraestructuras sobre el territorio; disminuir los accidentes de tráfico; y reducir el impacto ambiental del transporte de acceso y salida”.

En esa estrategia se esgrimían una serie de actuaciones para reducir el uso del automóvil y minimizar nuevas estructuras viarias. Por otra parte, en el estudio de Hercowitz sobre cómo reducir el consumo de energía en la edificación, se pedía “un mayor compromiso personal en el estilo de vida adoptado, y aprovechar las grandes posibilidades de mejoras en la gestión del transporte, energía, agua, residuos, producción agraria, construcciones, etc.”.


Colas en Timanfaya.

Ese informe recogía un conjunto de recomendaciones que afectan al planeamiento urbanístico, el modelo edificatorio, las soluciones bioclimáticas aplicadas a la edificación, la gestión de la demanda de la energía o la generación de energía a partir de fuentes locales. Esas eco-ordenanzas tampoco se han puesto en marcha.

Y hay más documentos que advertían de la situación a la que se iba a llegar. El primer Proyecto Life para la Reserva de la Biosfera, de 1998, hablaba de un organismo de gestión de energía insular para poner en marcha un programa o una Agencia local de conservación de energía.

Sobre el riesgo que se corría en caso de no tomar medidas correctoras, decía el texto que “lo más preocupante de la situación es la persistencia de las tendencias de crecimiento de la demanda eléctrica que pueden generar nuevos incrementos espectaculares de las emisiones” o que “el problema energético ambiental a que se enfrenta Lanzarote es más que preocupante”.

“La imagen de calidad y responsabilidad ambiental que la Isla está tratando de crearse difícilmente podrá sostenerse mucho tiempo sobre bases objetivamente tan cuestionables”, señalaba.

“Desde Kyoto -añadía- una Reserva de la Biosfera, con un elevado grado de desarrollo socioeconómico no puede presentar periódicamente balances energéticos con exagerados crecimientos de las emisiones de CO2. Si estas medidas no se adoptan el fracaso ambiental de la política energética de Lanzarote estará anunciado”.

Consejo de la Reserva

En la última sesión celebrada hasta el momento del Consejo de la Reserva de la Biosfera, en marzo, el responsable del Observatorio de la Reserva, Quino Miguélez, señaló que tiene el convencimiento de que hay que abrir una nueva etapa de la Reserva de la Biosfera en referencia tanto a las conclusiones del informe comparativo con Menorca sobre los últimos 25 años como del Seminario Conciencia celebrado en octubre del año pasado en el que se informó claramente que no sólo hay límites en la atmósfera sino también de otros tipos.

Respecto a las conclusiones de este seminario, Miguélez dijo que el documento resumen alerta claramente de que no va a ser posible otro período de 25 años más de expansión humana en el Planeta, y por ello creía importante reclamar ante el próximo Consejo, según señala el acta de aquella sesión, “la apertura de una nueva etapa porque no puede ser que las Reservas de la Biosfera sean los últimos lugares donde se bajen las concentraciones de CO2, deben ser los primeros”.

Señaló que si a la humanidad se le va a pedir bajar las emisiones de CO2, “no podemos seguir pensando en expandirnos”. “El cambio climático no es una broma. Si queremos expandirnos debemos dejar de ser Reserva de la Biosfera”.

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