CULTURA

En la cuerda floja

Los artistas del espectáculo denuncian el “abandono” al que están sometidos e insisten en que “es más seguro asistir a un evento cultural que ir al supermercado”

De negro y con las manos atadas, los artistas simbolizan la situación que atraviesa el mundo del espectáculo. Foto: Adriel Perdomo.
María José Lahora 0 COMENTARIOS 11/10/2020 - 08:50

El mundo del espectáculo vive uno de sus momentos más difíciles. Con todos los eventos cancelados a causa del coronavirus, el sector, que da empleo en Canarias a 26.000 personas, afronta con incertidumbre su futuro. Un grupo de artistas de Lanzarote se ha unido para plasmar, a través de un vídeo emitido en medios de comunicación y redes sociales, la muerte y entierro de la cultura, de no cambiar la política de programación.

Los artistas circenses Kalima Del Drago, Marta Nistal, Lolo Guayota, Markov y Fabio Scalvini acuden diariamente a la plaza de El Pavón de Tías para continuar con los ensayos y entrenamientos y mantener la forma física, a la espera de que se reanuden los espectáculos. Aseguran que la actividad cultural es una de las que mayor dosis de organización y seguridad frente al coronavirus ha demostrado, según destacan los protagonistas.

Al respecto, Marta expone el experimento desarrollado en la ciudad europea de Salzburgo, donde se congregó al 95 por ciento del aforo de un recinto, unas 76.000 personas, sin que se produjera ni un solo contagio. “Los eventos culturales son seguros. No ha habido ni un solo contagio en los espectáculos”, sostiene.

“Mientras haya un centro comercial abierto y un bar, debe haber un evento cultural”, señalan los artistas. Siguen sin comprender por qué durante las restricciones en Lanzarote, que obligaron nuevamente a la cancelación de los espectáculos, no han podido desarrollar su actividad, al menos, online, como sí se ha hecho en otras islas y a lo largo de todo el planeta. “La cultura no tiene por qué parar”, insisten.

“Van a conseguir que acabemos acudiendo todos al banco de alimentos”, dicen los artistas autónomos

“Si las autoridades quieren ayudar al sector cultural no deberían cancelar las actuaciones y si lo hacen les recordamos que los eventos se pueden realizar vía streaming”, dice Kalima. Marta va más allá: “Si está demostrado que no hay contagios ¿por qué no dejan que la cultura sea presencial? El público está harto de pantallas”.

“Van a conseguir que acabemos acudiendo todos al banco de alimentos”, añade Lolo. Los artistas se encuentran desamparados, una vez que las ayudas extraordinarias para los autónomos han llegado a su fin. “Si la cultura ya estaba en precario antes del coronavirus, ahora se precariza mucho más”, dicen. “El sector de la cultura está abandonado”, enfatizan. Recuerdan que durante la pandemia los creadores prestaron su ayuda de forma altruista con la consiguiente rebaja de cachés. “Ahora parece que, si seguimos manteniendo el caché inicial, ya no somos solidarios”, enfatiza Kalima.

“Tras el estado de alarma, el mundo del espectáculo reanudó su actividad tan sólo en un 20 por ciento”, explica Fabio, sin que por el momento se haya diseñado un plan de ayuda para el sector. Sin apenas actividad, estos trabajadores sufrieron un nuevo varapalo tras la paralización de todos los eventos culturales a consecuencia de la alta incidencia de casos de coronavirus en la Isla. “Muchos han tenido que dejar de pagar sus cuotas y, por tanto, darse de baja como autónomos”, añade Kalima. Los artistas temen que la consecuencia última sea que desaparezcan estos trabajadores y con ellos la cultura.

Estos artistas, algunos de ellos también gestores culturales, reclaman un programa de ayudas, pero también una excepción para que se permita la realización de eventos culturales. “En el mundo de la cultura las medidas establecidas han sido más extremas que en cualquier otro ámbito: desinfección de la sala, asientos asignados, distancia... Es más seguro ir a ver un espectáculo que al supermercado”, insisten. También exponen que hay que evitar atribuir conceptos como multitudinario a actividades en las que como mucho asiste un centenar de personas.

Sin recursos

Los artistas reprochan además la escasa valoración hacia los trabajadores de la cultura y el sector del espectáculo, en general. “Como hacemos lo que nos gusta, parece que no deberíamos cobrar por ello, que nos alimentamos de nuestro arte. Pero tenemos familias que alimentar y un alquiler que pagar, entre otros gastos”, señala Marta.

Estos creadores comprenden que ahora debe primar el bienestar social y que el grueso de los recursos públicos se destinen a esta área, pero recuerdan que la cultura forma parte de ese bienestar: “Una sociedad sana es una que tiene cultura”, destaca Lolo.

“Tras el estado de alarma, el mundo del espectáculo reanudó su actividad tan sólo en un 20 por ciento”, explica Fabio

El resto de compañeros interviene para incidir en los beneficios que aporta a la salud la vertiente cultural. Marta alude a un estudio por el que se determina que la cultura refuerza el sistema inmunitario y mejora el ánimo. “Y no solo tiene consecuencias positivas en la salud, sino que también contribuye a mejorar la educación de un pueblo. Con la cultura se combaten las fobias y se fomenta el pensamiento crítico. Una sociedad con cultura es más libre”, resumen.

Los trabajadores del mundo del espectáculo se enfrentan a un doble problema: la ausencia de programación cultural en la Isla y el cierre de establecimientos hoteleros en los que habitual- mente representaban sus espectáculos. Fabio es uno de estos artistas: “El día a día son los hoteles, mientras que los festivales son nuestra pasión. El trabajo turístico comenzó al 20 por ciento y ahora ha caído a la mitad. Nos enfrentamos a una gran incertidumbre”.

Kalima explica, además, que la labor desempeñada como gestores culturales en la organización de los eventos no recibe la recompensa adecuada. “Hay una falta de conciencia en el trabajo previo a la celebración de un festival”, comenta.

Durante estas últimas semanas, la también gestora cultural ha tenido que reformular los diversos eventos bajo su supervisión para adaptarlos a la situación conforme avanzaba la segunda ola de la pandemia para, finalmente, tener que cancelarlos.

Los artistas comentan también las horas y días de entrenamiento y ensayos que preceden al espectáculo como parte del desempeño de su labor, incluso en momentos de paralización de actividades, sin que perciban una compensación económica por ese tiempo. Además está la inversión en material y equipamiento, que “no suelen ser baratos”.

Explican que tampoco están cubiertos con un seguro en caso de lesión. “Nuestro trabajo ya es de por sí bastante precario”, señalan. Reprochan la facilidad con la que se cancelan los eventos, incluso el mismo día del estreno, sin percibir un solo euro a cambio. “Estamos totalmente expuestos”, añaden.

“Mientras haya un centro comercial o un bar abiertos, debe haber un espectáculo. La cultura no tiene por qué parar”

En cuanto a los eventos al aire libre, los artistas tampoco entienden que existan tantas restricciones. Ponen el ejemplo de la plaza de El Pavón de Tías, donde desarrollan algunos de sus espectáculos, con un plan de seguridad sanitario acorde a las exigencias gubernamentales. La plaza se presenta al público totalmente vallada y señalizada, con entradas y salidas ordenadas, reducción de aforo, obligatoriedad de llevar la mascarilla, etcétera.

Los creadores destacan, además, “el respetuoso público que acude a estos eventos, que permanece fiel al arte sin moverse del asiento. Nos han impuesto medidas que, en algunos casos, consideramos exageradas, pero que hemos cumplido, lo mismo que el público, de una manera ejemplar”.

Markov, que pudo recorrer Europa en las semanas anteriores a la segunda ola del coronavirus, explica que España es el país con mayor número de restricciones a consecuencia del virus. Comenta el caso de su país, Bulgaria, donde la mascarilla está prohibida porque cubre toda la cara e impide que se reconozca a los ciudadanos y, sin embargo, contabiliza una escasa incidencia de casos de coronavirus.

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