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Canarias: vivir sobre volcanes y olvidarse de ellos

“La geología es una ciencia maltratada en todos los planes de estudios, desde primaria a secundaria. Y así estamos, habitando un territorio volcánico y lo desconocemos todo”

Gregorio Cabrera 0 COMENTARIOS 18/10/2021 - 20:06

“¿Rocas volcánicas? ¿Qué rocas volcánicas? Aquí no hay. El único volcán es el Teide”. El joven Francisco José Pérez Torrado no daba crédito. Este catedrático de Petrología y Geoquímica recorrió Gran Canaria a mediados de los años ochenta para su tesis y se encontró constantemente con este tipo de respuestas entre la población que evidenciaban que se puede vivir sobre un territorio creado por los volcanes y llegar a olvidarse de que alguna vez existieron.

Hoy en día, cuando realiza salidas de campo como director de tesis, sigue tropezándose con respuestas similares. Además, el especialista se reencontró con esta extraña brecha entre la realidad geológica y el pensamiento colectivo en La Palma. “Estuve allí desde el primer día de la erupción y oías a gente que se preguntaba cómo era posible que eso estuviera pasando, cuando si recorres Cumbre Vieja ves que está toda llena de conos volcánicos y malpaíses”, explica este científico que forma parte del comité asesor del Pevolca (Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias) en representación de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

“Espero que la erupción de La Palma sirva para algunas cosas positivas, entre ellas adquirir conciencia de donde vivimos, porque la erupción de hace cincuenta años del Teneguía parece que estaba en el olvido, y como la de El Hierro fue submarina y no causó daños pasó desapercibida”, indica.

“Ha tenido que pasar una tragedia para darnos cuenta de que vivimos en un territorio volcánico que nos crea pero que puntualmente también destruye”, reflexiona este experto que tres meses antes del episodio que mantiene a la población palmera en vilo ofreció la conferencia ‘Riesgos geológicos: Peligrosidad volcánica en islas oceánicas’ en un evento organizado por la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de España.

“Si no hubiera volcanismo no habría archipiélago canario. El volcán es el que crea terreno y la erosión marina lo destruye. Obviamente, supone una liberación de energía térmica y mecánica tan brutal que destruye todo lo que se encuentre a su paso en ese momento, pero es el que regenera el relieve y los suelos y hace crecer a islas jóvenes como La Palma”, explica.

“La geología es una ciencia maltratada en todos los planes de estudios, desde primaria a secundaria. Y así estamos, habitando un territorio volcánico y lo desconocemos todo”, critica a la hora de buscar alguna respuesta. Señala también que el carácter más espaciado de los episodios volcánicos en Canarias, en comparación por ejemplo con Hawái, difuminan la presencia del volcán como escultor de la realidad física de las islas.

“Ojalá esta erupción pueda aportar aspectos positivos en materiales y en concienciación de las autoridades y de la población y que la gente que vive en La Palma y El Hierro, que son las islas con la mayor probabilidad estadística de sufrir una erupción, sean conscientes de donde viven. No es cuestión de tener miedo, sino de saber dónde se habita, de dónde extrae los recursos y cómo comportarse en caso de erupción”, reflexiona.

“Aquí el único volcán es el Teide”, le decían los vecinos al geólogo Francisco José Pérez Torrado, que espera que la erupción sirva para “tomar conciencia de donde vivimos”

Pérez Torrado también opina que las autoridades deberían sacar conclusiones en lo que atañe a la ordenación territorial. “Es evidente que tú no puedes ordenar la Palma y decir que toda Cumbre Vieja no puede estar construida, porque es algo que no se puede hacer, pero sí hay que tener en cuenta donde generar la mayor densidad de población y donde la menos”, apunta.

Este extremeño que estudió en Salamanca y se afincó en Gran Canaria recalca que esta isla, aunque también se olvide o ni tan siquiera sea de común conocimiento, ha sufrido varias erupciones en los últimos diez mil años y que todas han estado localizadas en la zona norte, precisamente la más poblada. “Sí es verdad que aquí una erupción no causaría tanto daño porque hay barrancos muy profundos que canalizarían la lava”, resalta, además de que las probabilidades estadísticas se concentran en los territorios palmero y herreño.

Pérez Torrado es además miembro del grupo de Geología y Terrenos Volcánicos (Geovol) de la ULPGC, que colabora con el Pevolca y mantiene abiertos varios frentes de muestreo e investigación en colaboración con el CSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas) y universidades de otros países tanto para ayudar en la emergencia como desde la realidad de que “se abren otros caminos de investigación muy amplios y con muchas facetas”.

“Hemos ido muestreando sistemáticamente los piroclastos, sobre todo la ceniza, para hacer estudios más a largo plazo”, precisa. Junto con la Universidad de Clermont Auvergne de Francia han analizado las cenizas para profundizar en el grado de afección pulmonar y su desarrollo para complementar científicamente los resultados que obtiene la Red de Vigilancia y Control de la Calidad del Aire de Canarias. Los estudios del Geovol también permitieron determinar la baja densidad de las cenizas, datos que fueron puestos a disposición de los especialistas en resistencia de estructuras.

“No puedes ordenar La Palma y decir que toda Cumbre Vieja no puede estar construida, pero hay que tener en cuenta donde generar mayor densidad de población y donde menos”

El Geovol también ha iniciado las investigaciones para valorar si “los piroclastos pueden utilizarse como depuradores naturales para agua y qué pueden aportar al suelo y al agua subterránea, bien sean elementos químicos interesantes o nocivos, para detectarlos”. “. También estamos colaborando con otro grupo de investigación que va a ver la potencialidad como futuros cementos, como morteros. Y otros para ver la radioactividad natural, porque hay que comprobar que la radioactividad natural sea baja”, informa.

Igualmente, los análisis químicos y mineralógicos de la lava ayudarán a conocer mejor de dónde vino la lava o en qué lugar se estancó, lo que “ayudará a entender futuras erupciones”, leer sus señales y anticiparse. “Una erupción es como un parto. Es un buen símil, porque necesitamos que la tierra se quede embarazada, porque se hincha con la subida del magma, aunque en algunas zonas se deflaciona”, dice sobre síntomas a los que se suman los gases o los colores extraños en las aguas subterráneas, entre otras pistas.

“Esta erupción nos va a ayudar a comprender mejor y a podernos anticipar mejor a la siguiente, igual que la de El Hierro nos ayudó con esta, además de a engranar todo el sistema de evacuación y de protección civil, que aquí ha funcionado bastante bien… En realidad, nos ayudará esta erupción y la que ocurra en Hawái o en cualquier otro archipiélago atlántico, porque el conocimiento científico está globalizado”, comenta este experto en unos volcanes a los que algunas personas les niegan hasta su propia existencia pese a ser los hacedores del suelo que pisan.

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