Fuerteventura y Lanzarote están separadas por una lengua de mar de poco más de 13 kilómetros. Por el estrecho de la Bocaina ya navegan más de un millón de pasajeros al cabo del año a bordo de las tres líneas regulares que hay en la actualidad. En el Cabildo de Fuerteventura han puesto sobre la mesa ir más allá y han incorporado al Plan Insular de Ordenación (PIOF) un estudio sobre la posibilidad de construir un puente que conecte las dos Islas orientales.

La conclusión a la que se llega es que es “viable técnicamente”, aunque la inversión sería cuantiosa: 693 millones para un puente con una anchura de 13,4 metros, que se elevan a 761 millones con un ancho de 15 metros, 922 millones si se supera los 18 metros y 1.134 millones si se traspasan los 23 metros. La primera de las opciones, con los gastos de ejecución y el beneficio industrial, alcanza los 742 millones de euros.

La profundidad de la lámina de agua entre las dos Islas orientales es de entre los 30 y los 35 metros de profundidad. En el estudio se señala que están “unidas por un istmo submarino” mientras que el resto de Islas están separadas por fosas abisales con cientos de metros de profundidad. Es decir, que de hacerse un puente en el Archipiélago solo se podría entre Lanzarote y Fuerteventura.

El Cabildo majorero también encargó un estudio preliminar sobre la posibilidad de ejecutar un túnel, pero la solución no ha convencido. En caso de accidente, el puente no es un espacio cerrado ni hay problemas de acumulación de humo ni hace falta iluminación continua y el trazado no está tan condicionado por la orografía marina.

En el Plan Insular de Fuerteventura se reconoce que el puente tendría un “impacto paisajístico y visual que es necesario valorar, limitar y mitigar”, así como que “siempre existe un riesgo de impacto accidental de embarcaciones”, pero, en el otro lado de la balanza, se considera que “genera un elemento visible que en sí puede resultar un atractivo turístico”, con “nuevas vistas del entorno”.

Impacto ambiental

El estudio tiene claro dónde podría nacer el puente en Fuerteventura, que se prolongaría durante unos 15,5 kilómetros sobre las aguas de la Bocaina: al norte de Corralejo, en las inmediaciones de la planta desaladora.

Infografía con visión desde Lanzarote.

En el caso de Lanzarote, se baraja la zona de Las Coloradas, en el entorno del hotel Papagayo Arena. El Monumento Natural de Los Ajaches, reconoce el estudio, “supone un impedimento para ubicar el acceso norte del puente en el saliente ubicado más al sureste, que reduciría la longitud del puente en unos 1.500 metros”.

En el Plan Insular de Fuerteventura se enumeran las diferentes figuras de protección medioambiental que convergen en la zona. La principal es el Lugar de Interés Comunitario del espacio marino del oriente y sur de Lanzarote y Fuerteventura. El estudio asegura que “si bien no impide la ejecución del puente, su presencia introduce limitaciones visuales y de procedimiento constructivo”.

En Fuerteventura hay otro Lugar de Interés Comunitario del Islote de Lobos y de los sebadales de Corralejo, además de zonas de especial protección de aves. Sobre ellas señala el PIOF que se tendrán “en consideración para que la afección sea mínima”.

No obstante, se reconoce que es preciso un estudio de impacto ambiental que analice de forma pormenorizada todas las posibles afecciones.

¿Cómo se pagaría?

En el que caso de que en algún momento se llegase a plantear en serio, una de las cuestiones claves a resolver es cómo se pagarían la inversión y el gasto de mantenimiento, estimado en unos dos millones y medio de euros al año.

El Plan Insular parte de la hipótesis de solicitar un préstamo y que se devolviese con una cuota constante más los intereses correspondientes. El informe de viabilidad apunta a un coste anual de más de 52 millones de euros durante los primeros 20 años y a partir de ahí con gastos de mantenimiento.

Si el puente se inaugurase en 2025, señala el estudio, a partir de 2065 todos los beneficios serían netos. ¿Con qué fórmula? Cada vehículo paga un peaje, equivalente al precio del billete en un ferry: 18 euros con trayecto de ida y vuelta para el automóvil de un residente y 119 en el caso de los no residentes.

Se parte de la base de varios escenarios de crecimiento poblacional y de turistas. El estudio hace una proyección hasta el año 2100: para aquel entonces sostiene que el coste habría sido de 1.188 millones y los ingresos de tres veces más ese importe.