ENTREVISTA

“Hemos tenido mucha suerte al no haber fallecidos por coronavirus en Fuerteventura, pero no podemos tentarla”

Leandro Fajardo Feo, jefe de Sección del Servicio de Medicina Intensiva del Hospital de Fuerteventura

Foto: Carlos de Saá.
Eloy Vera 0 COMENTARIOS 20/06/2020 - 08:29

La llegada de los primeros positivos por la Covid-19 a Fuerteventura produjo angustia y temor en el colectivo sanitario de la Isla. Preocupaba el número de camas y de respiradores en la Unidad de Medicina Intensiva (UMI). El jefe de sección del Servicio de Medicina Intensiva del Hospital de Fuerteventura, Leandro Fajardo Feo, reconoce la incertidumbre de los primeros momentos, aunque se fue disipando con la llegada de material.

Fajardo Feo asegura que, en el caso de un posible brote, se cuenta con un plan de contingencia que permitiría aumentar el número de camas incorporando las de otras zonas como las del área de Reanimación. Celebra el escaso porcentaje de contagiados y que la Isla no haya registrado fallecidos por el virus, “hemos tenido mucha suerte y no podemos tentarla”.

-¿Cómo ha afectado a la UMI del Hospital de Fuerteventura la llegada de la pandemia de la Covid-19 y cuál ha sido su capacidad de reacción?

-Ha significado un trauma general por la incertidumbre que se ha creado con la agresividad del virus y cómo se ha expandido. Aquí, hemos tenido un poco de suerte. Nos llegó un poquito más tarde y tampoco fue mucha la incidencia de la enfermedad. Lo que se creó fue incertidumbre por no conocer el patógeno. No sabíamos qué medios íbamos a tener y si nos íbamos a desbordar o no. Esa situación nos generó angustia. Primero por si no íbamos a tener suficientes equipos y si se nos iba a quedar demasiado grande. Se hicieron una serie de planes de contingencia para poder abordar la situación que, en el peor de los casos, se nos podía presentar. En la peor situación, íbamos a tener entre 18 y 20 pacientes ingresados en Intensiva. Actualmente, Intensivos cuenta con ocho camas y están dotadas para atender cualquier patología de cuidados intensivos que se requiera, salvo las especialidades con las que no cuenta el hospital. Pensamos que, si nos desbordábamos, teníamos capacidad para preparar nueve camas más de intensivos para atender a pacientes críticos. El único problema que se nos planteaba era el de los respiradores. Se ha intentado buscar respiradores. Nosotros con los que teníamos, más algunos de repuesto y los aparatos de anestesia, podíamos llegar, de forma más o menos aceptable, con un respirador de garantía por lo menos a 14 enfermos.

-En el acumulado de la Consejería de Sanidad se recogen 45 casos en Fuerteventura [y 15 de casos detectados en población migrante, después de realizada esta entrevista]. En comparación con el número de población, han sido muy pocos. ¿Cuál ha sido el motivo?

-Es difícil de valorar. En Fuerteventura, tuvimos la suerte que se cerró y que hubo una incidencia que, al fin y al cabo, no fue tanto como se planteó cuando se empezó a hablar de los estudiantes que vinieron y todo el mundo se metió contra ellos. Después, ninguno de ellos contagió a nadie. De hecho, los que hemos tenido han sido mayores que han venido de viajes de otros sitios. Nos ha ido muy bien. Hemos tenido mucha suerte y no podemos tentarla.

-Fuerteventura ha tenido cero fallecidos...

-Hemos tenido suerte hasta en eso. Teóricamente se nos había tenido que haber muerto uno o dos porque la mortalidad en intensivos depende en esos casos del 20 al 30 por ciento y en algunos sitios hasta el 50 por ciento. El Negrín tuvo un 20; el Insular de Gran Canaria por ahí más o menos y en Lanzarote también. Nosotros hemos tenido suerte, también es verdad que tuvimos cuatro casos. No han sido para ser estadísticamente significativos.

-¿Cuál ha sido el cuadro médico que han presentado las cuatro personas que han ingresado en la UMI por este coronavirus?

-Han entrado por distintos cuadros. Una de las cosas que trae el virus es las diferentes formas de manifestarse. Estos cuatro pacientes se nos han presentado, fundamentalmente, con problemas respiratorios y un problema neurológico.

“Una de las cosas que trae el virus es las diferentes formas de manifestarse. Estos cuatro pacientes se nos han presentado, fundamentalmente, con problemas respiratorios y un problema neurológico”

-¿Qué seguimiento se les ha hecho a los cuatro pacientes ingresados en la UMI?

-Los pacientes cuando salen de la UVI van a Medicina Interna. Normalmente, a todos los sacamos con las PCR negativas. Se mantienen en Medicina Interna durante, al menos, 14 días más en aislamiento. El seguimiento luego lo hace Medicina Interna. Probablemente, serán estudios respiratorios para ver las secuelas que les van a quedar. Todavía no se sabe bien cuáles son las que va a generar esta patología.

-¿Entonces, aún es pronto para saber qué consecuencias pueden tener en la salud las personas contagiadas por la Covid-19?

-Creo que es demasiado pronto. Se está hablando que se quedan con limitaciones de la función pulmonar, pero todavía es difícil saber porque ha pasado poco tiempo. Ni los primeros, los chinos, tienen ya definidas cuáles son las secuelas de  esta patología. Hablan de fibrosis pulmonar, de una reducción de la capacidad vital superior al 50 por ciento en algunos, pero todo eso es demasiado precoz para aventurarse a decirlo.

-¿Hasta cuándo cree que vamos a tener que seguir llevando mascarilla?

-Creo que, por lo menos, vamos a tener que seguir llevando mascarilla hasta que se invente la vacuna o la incidencia del virus haya disminuido tanto que no se dé, por ejemplo, ningún caso en el territorio importante. Lo que se plantean las autoridades es que hasta que no haya una vacuna no vamos a decir que podemos estar tranquilos respecto a este virus.

-La mayoría del colectivo médico y científico coinciden en un segundo brote, incluso más agresivo, en otoño. ¿La UMI de Fuerteventura tiene el material suficiente para afrontar esa posibilidad?

-Cuando hicimos el plan de contingencia, nos poníamos en la peor situación de una pandemia. Todo esto se comparaba siempre con la pandemia de la gripe A. Creo que antes de un mes se podrá disponer de tres camas más dentro de la unidad. Pasaríamos a once camas. Si volvemos otra vez al peor escenario que se nos puede presentar, que sería entre 18 y 20 pacientes, nos quedarían unos siete o diez enfermos más a los que atender. Con el tiempo que tenemos, la experiencia que nos ha estado dando esto y la preocupación de las autoridades sanitarias, que están en ello, podríamos estar bastante preparados. Sería suficiente para atender a la población que vayamos a tener.

-Y si la cosa va a más y supera ese escenario de 18 personas, ¿cuál es la capacidad de reacción para habilitar más camas?

-En primer lugar, tenemos todas las camas de la UVI que serían once y nueve camas de Reanimación. En esa situación, el hospital estaría bloqueado en lo referente a hacer intervenciones. Los ingresos van a ser los imprescindibles en pacientes que no puedan salir a la calle. Entonces, se podría contar no sólo con las de la zona de reanimación, sino también con las de la zona de despertar, que serían seis o siete camas más. También los propios quirófanos se utilizarían.

“Creo que vamos a tener que seguir llevando mascarilla hasta que se invente la vacuna o la incidencia del virus haya disminuido tanto que no se dé, por ejemplo, ningún caso importante en el territorio”

-¿Cuál sería el tiempo que se tardaría para habilitar esas camas?

-Habilitarlas como si fuera una UVI es difícil, pero lograr un sitio donde ubicar los pacientes y que tengan unos cuidados mínimos sería cuestión de horas.

-¿Y los respiradores?

-Ahora contamos con nueve respiradores. El próximo mes está planteado que vengan ocho respiradores con suficientes garantías para ventilar a un paciente durante días. Luego, tenemos los respiradores de emergencia. Nos trajeron algunos por si los necesitábamos que servirían para mantener a un paciente un día o dos. Evidentemente, siempre los recursos son finitos y creo que con las previsiones que tenemos y la situación que se nos puede plantear, en el peor de los casos, somos capaces de mantenerlo.

-¿Y cómo está el tema del personal?

-Ahora somos cinco intensivistas, aunque hay uno de baja. Se podrían aprovechar otros médicos que sean capaces como los anestesistas o algunos médicos de Urgencias o de Medicina Interna que serían capaces también, por lo menos, de ayudarnos. Quiero mencionar a los médicos de Urgencias, que han sido los que más expuestos han estado porque son a los que les llegan las cosas sin saber lo que tienen. Se merecen una mención especial porque lo han pasado mal, más que nosotros que ya nos venían diagnosticados o con probabilidades.

-El número de sanitarios contagiados en Fuerteventura ha sido mínimo. ¿A qué cree que es debido?

-Entre otras cosas, nos dio tiempo de prepararnos y entrenarnos para ponernos los equipos de protección, los EPI (Equipos de Protección Individual). Nos dio tiempo a una serie de cosas a pesar de que estábamos asustados porque teníamos los recursos bastante limitados al principio. Teníamos limitadas las mascarillas ffp3, los monos, pero nos dio tiempo de recuperar este material. Tampoco llegaron tantos pacientes como pensábamos. Al principio, estábamos angustiados porque era una situación nueva e incómoda para trabajar porque estar metido en un EPI durante tres o cuatro horas es incómodo y, sobre todo, cuando hay que hacer maniobras, intubar.

“Quiero mencionar a los médicos de Urgencias, que han sido los que más expuestos han estado. Se merecen una mención especial porque lo han pasado mal, más que nosotros que ya nos venían diagnosticados o con probabilidades”

-¿Cuál ha sido el tratamiento que se ha aplicado a los pacientes de la Covid-19 que han estado en la UMI?

-Ha habido una serie de fármacos que se han ido utilizando, dependiendo de lo que podía ser factible. La más que se utilizó fue la hidroxicloroquina, aunque en Fuerteventura se usó poco. En el último estudio que se hace con 90.000 pacientes se vio que la mortalidad con los que habían tenido hidroxicloroquina era mayor que los que no lo usaron. A lo mejor, nosotros tuvimos suerte en eso porque la retiramos pronto por contraindicación. Primero porque no la toleraba el paciente y después porque había otros fármacos que teníamos que utilizar y no los podíamos usar conjuntamente.

- ¿Se llegó a crear un protocolo con criterios a aplicar a la hora del ingreso si se producía un desbordamiento?

-A los intensivistas siempre se nos plantea esa situación porque la limitación del ingreso en intensivos está condicionado a las posibilidades de supervivencia. No sólo de supervivencia, sino a la calidad de vida que va a tener un paciente. No puedes ingresar a un paciente que sabes que va a salir, pero que no se va a despertar. Es valorar. Es muy duro el ser dios y decir tú entras y tú no. Espero no verme nunca en esa tesitura. Hay pacientes que sabes que no se puede hacer nada por ellos por su patología previa, que tienen insuficiencia renal terminal y te planteas que puede estar mejor en la UVI, pero es prolongarle la vida para aumentar el sufrimiento. Son cosas distintas. En cambio, cuando tienes que elegir porque no tienes medios para atenderlos es una situación bastante difícil. Espero no verme decidiendo a quién pongo un respirador y a quién no. Hay unos parámetros que nosotros utilizamos para ver la supervivencia y cómo se va a quedar el paciente después. Eso es muy complicado.

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