ENTREVISTA

“Ahora hay que taponar la sangría y que nos lleguen turistas, pero tenemos que pensar qué queremos para el futuro de las Islas”

Yaiza Castilla, consejera de Turismo, Industria y Comercio del Gobierno de Canarias

M. Riveiro 0 COMENTARIOS 10/08/2020 - 06:37

-En el sector turístico se da prácticamente por perdido el mes de agosto para el mercado británico. La cuarentena impuesta por el Reino Unido a los viajeros procedentes de España se ha visto como una zancadilla para la reactivación. Ampliando el foco, ¿qué análisis hace de la reapertura turística de las Islas? ¿Está la situación mejor o peor de lo que se esperaban?

-Es cierto que la cuarentena ha sido una gran zancadilla. Aunque éramos optimistas, nunca hemos esperado estar en los números de 2019. Sería algo irreal. No obstante, éramos optimistas porque se estaban produciendo bastantes reservas, una tendencia que, con el varapalo del Reino Unido, se ha venido al traste y se han producido muchas cancelaciones. Me consta que las altas instancias del Estado están haciendo todo lo posible para revertir la situación de Canarias y que quienes viajen a las Islas no tengan que guardar cuarentena a su regreso. Tenemos datos de sobra que lo avalan y una gestión contrastada.

-Una de las expresiones en boga es la de ‘corredor turístico seguro’. ¿De qué estamos hablando?

-Se trata de una conexión de Canarias con cualquier otra región de Europa o del mundo, con una tasa epidemiológica similar a la de Canarias, en términos aceptables para las autoridades sanitarias. En principio se aceptarían las regiones con tasas equivalentes, pero tenemos una diferencia abismal con otros territorios. Con datos del 30 de julio en la mano, aunque hemos subido un poquito por contagios entre jóvenes, tenemos 6,6 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días, mientras que Baleares tiene 15,1 y Alemania, por ejemplo, ocho. Reino Unido, que es nuestro principal mercado emisor, tiene 12,3 casos por cada 100.000 habitantes.

-Como consejera de Turismo ha insistido en que se efectúen test a los visitantes, tanto en origen como en destino, algo que excede de las competencias de la comunidad autónoma. ¿Cree que esa reivindicación se aceptará algún día?

-Lo ideal es que haya test en origen y en destino. Así lo contemplamos en el proyecto Canarias Fortaleza y reforzaría el concepto ideal de corredor turístico seguro. Debe haber una mutualización del riesgo y que cada país tenga el sistema sanitario preparado para atender cualquier situación derivada del coronavirus. En Canarias hemos demostrado que estamos súper preparados, tanto en el ámbito sanitario como en el turístico. Por eso revienta que nos pongan en el mismo saco, porque sabemos de lo que vivimos y a lo que nos enfrentamos. En cuanto a la realización de test a los turistas, está muy bien el ofrecimiento de las patronales hoteleras de hacerlos. Es importante que se extienda la iniciativa y que se lleguen a hacer a los turistas internacionales y a los que vienen de la Península. Es un tema que debería haberse zanjado hace tiempo, para minimizar el riesgo de contagio.

“Al final se van a imponer las pruebas PCR para los viajeros, aunque antes puedan producirse incidencias que nos pongan en jaque”

-Pero, esas pruebas indiscriminadas, la propia Sanidad las ha descartado para la población en general.

-Servirían de cribado y, como decía, para minimizar el riesgo. Sinceramente, creo que al final se van a imponer a escala global las pruebas PCR para los viajeros, aunque antes puedan producirse incidencias que nos pongan en jaque. China ya exige tener un test con cinco días de antigüedad como máximo. Europa no tiene por qué esperar a que, por ejemplo, Estados Unidos tome una medida similar. Canarias lo ha pedido desde el minuto uno. En el Archipiélago tenemos una ventaja frente al coronavirus, que es la barrera de la Isla, que permite controlar fácilmente los movimientos porque solo te puedes desplazar por avión o barco. Por ejemplo, en la Península es muy difícil controlar los desplazamientos por carretera en una situación normal. Desde el estado de alarma ya instamos a que se implantasen test y corredores seguros, no es algo nuevo.

-Al margen de los test, ¿qué medidas efectivas se pueden implantar en las Islas para salvaguardarlas como destino turístico seguro en estos tiempos tan inciertos?

-Con el proyecto Canarias Fortaleza, desde el estado de alarma, hemos hecho un trabajo brutal, un estudio minucioso de toda la cadena de valor del turismo, desde que el visitante sale de su casa hasta que llega a las Islas, pasa su estancia aquí y vuelve a su lugar de origen. Se ha hecho un recorrido por todo lo que va a visitar y a tocar: desde el aeropuerto, la guagua, el taxi, las zonas del hotel por las que se va a mover, los bares, restaurantes... El recorrido del turista se segmentó en 18 partes, con protocolos de actuación en cada uno de ellos, con equipos especializados que analizaron todos los procesos. Por ejemplo, se estudió cómo se hacía la limpieza de una habitación y qué había que hacer para minimizar el riesgo de contagio. Se contó con profesionales cualificados, con una experiencia mínima de 10 años en el sector, y se hizo un exhaustivo trabajo de campo. Quisimos ser lo más ambiciosos y a la vez realistas posible. Un equipo jurídico analizó si había que cambiar normas, otro sanitario trabajó para que los protocolos fuesen validados y uno económico estudió que fuesen viables para las empresas. De nada vale una solución que no se puede llevar a la práctica por empresas que vienen de un cero turístico o que las va a arruinar. Hay que tener en cuenta también la perspectiva medioambiental, en la medida de lo posible. Para afrontar el problema del coronavirus no podemos abandonar la lucha contra el cambio climático. Por ejemplo, sustituir todo por el plástico es un error, hay que utilizar otro sistema sostenible, aunque sería muy injusto exigirlo desde el primer día, cuando muchos establecimientos están abriendo antes de lo previsto.

-En cualquier caso, la implantación de esas medidas que menciona no son de obligado cumplimiento. ¿No considera que sería mejor establecerlas como obligatorias?

-A priori son recomendaciones. No hemos querido ser coercitivos con el sector. Habrá quien considere que otros protocolos se pueden adecuar mejor a su actividad o empresas que hayan encargado sus propios planes para evitar riesgos. Este problema es mundial, nadie está a salvo, pero Canarias, por su situación y la elevada dependencia del turismo, tenía que dar un paso adelante. Muchas empresas grandes han caminado solas, pero el resto del tejido empresarial, la pequeña empresa o el autónomo no tenían herramientas ni recursos para que expertos les digan lo que tienen que hacer. Sentimos que teníamos una responsabilidad en este ámbito. De hecho, la vocación es que estas medidas lleguen al resto del mundo. Por eso organizamos el vuelo de la Organización Mundial de Turismo (OMT) de validación de Canarias como destino seguro. En esta crisis tenemos que ser solidarios. Nos han pedido información de lo que estamos haciendo desde Costa Rica, las Islas Galápagos o Rusia. El conocimiento también es una forma de promocionarnos.

“Para afrontar el problema derivado del coronavirus en el turismo no podemos abandonar la lucha contra el cambio climático”

-En este momento es muy complicado establecer pronósticos, incluso a cortísimo plazo, porque hay factores que se escapan del control del destino. Con esta incertidumbre, ¿cuál es el escenario más optimista con el que trabaja la Consejería de Turismo para lo que queda de año?

-Al principio teníamos prevista una recuperación del 20 por ciento, con el turismo interinsular y el peninsular. Antes del mazazo del Reino Unido esperábamos que en agosto quedase ya recuperado el 50 por ciento de las plazas aéreas. Partiendo de un cero turístico y, en este contexto, no eran malos datos. Esperábamos que, con la adaptación de todo el destino a minimizar los riesgos de contagio, en diciembre se hubiese recuperado el 60 por ciento de la actividad turística en general. Me preocupa muchísimo la recuperación. Solo con el Reino Unido estaban en juego 250 vuelos semanales. Salvando ese escollo, y si se recuperan las reservas, podemos volver a ser ligeramente optimistas, siempre y cuando otros países no nos veten y la situación sanitaria en los mercados de origen no empeore.

-¿Qué opina de desligar a las Islas Canarias, como marca turística, de España?

-Desde que llegué a la Consejería hemos desligado la marca Islas Canarias de la marca España. Siempre, antes incluso del coronavirus. Canarias es una potencia turística y tenemos otro tipo de clientes. En una situación de este tipo, en la que hemos ido por delante, por múltiples razones, tenemos que aprovecharnos. De la misma manera que durante años las Islas siempre han tenido que luchar con adversidades como la ultraperiferia, la doble insularidad, o los sobrecostes estructurales, cuando hacemos algo positivo, que es haber sabido gestionar el coronavirus en un destino turístico líder, hay que desmarcarse de quien no lo ha hecho igual. Creo que Canarias ha salido reforzada, que su población lo ha hecho genial, que las administraciones han cumplido y que la sociedad canaria, en general, se ha comportado como tenía que hacerlo. Seguiremos con esta estrategia, no atendiendo a un posicionamiento político, sino a una creencia de cómo tenemos que hacer las cosas.

-La crisis del coronavirus ha tenido un impacto en islas con una elevada dependencia del turismo, como Lanzarote y Fuerteventura, en las que el paro se ha incrementado en un 60 por ciento con respecto al año pasado, más del doble que la media regional. ¿El Gobierno ha valorado este impacto y habrá medidas específicas?

-En el Archipiélago casi el 40 por ciento del empleo depende del turismo, en algunas islas incluso más. De ahí mi salida de tono para que se mantengan los ERTE porque el riesgo de destrucción de puestos de trabajo es elevado. Lo que ha ocurrido ha supuesto un antes y un después en la reflexión sobre Canarias. Creo que ahora hay que taponar la sangría y que nos lleguen turistas, pero tenemos que pensar qué queremos para el futuro. De entrada, estamos trabajando en un plan de conectividad nuevo, con ayudas del Estado, para que sea validado por la Unión Europea, para traer turistas a todo el Archipiélago y también a Lanzarote y Fuerteventura, con un sistema de incentivos, bien por asiento ofertado o por asiento ocupado. No me gusta que el dinero público se gaste así, pero creo que es necesario en este momento para cortar la hemorragia económica. Una vez se vayan dando pasos en la recuperación, paralelamente hay que diversificar la economía y también el propio sector turístico. Ya desde antes del coronavirus habíamos pensado potenciar el denominado turismo silver, de personas de cierta edad, que paradójicamente en situaciones como las vividas son las que tienen más poder adquisitivo. Queremos atraerlas a Canarias para que pasen largas estancias o su jubilación aquí, incluso que traigan sus pensiones e inversiones a las Islas. Tenemos una oportunidad de oro. También queremos potenciar el segmento del teletrabajo, los denominados nómadas digitales, que pueden trabajar desde cualquier parte, pero que si lo hacen en Canarias consumirían aquí.

“Es imposible alcanzar una economía diversificada en una legislatura, pero sí podemos avanzar hacia ese objetivo”

-¿Es una utopía que las Islas no dependen tanto del turismo como ahora y cambiar el esquema actual, en el que Lanzarote y Fuerteventura tienen un escaso peso de otros sectores, como el industrial?

-No creo que sea una utopía, pero vamos a tardar tiempo en llegar a ese escenario. En mi opinión, desgraciadamente, no vamos a ver un cambio en el modelo radical. Es imposible alcanzar una economía diversificada en un año, dos o en una legislatura. Pero sí podemos avanzar hacia ese objetivo y hacerlo realidad. En la actualidad, el peso industrial en Canarias es de un siete por ciento. Queremos elevarlo y fijarlo, de entrada, en un 10 por ciento. Parece poco, pero sería un avance significativo. Debemos estar preparados, con un modelo económico resistente, porque ahora ha sido el coronavirus, que todavía no ha pasado, y mañana puede ser otra circunstancia la que nos golpee. Canarias debe apostar por relocalizar la producción local y reorientar esfuerzos económicos a la industria. Sin dejar a un lado el turismo, ¿si tenemos mercado y demanda suficiente, por qué tenemos que importar todo y no podemos fabricar, por ejemplo, colchones, almohadas o mascarillas? Habrá que pensar cómo la industria puede amoldarse. De forma inmediata hemos sacado dos líneas de subvenciones, por más de seis millones, para impulsar el desarrollo del sector industrial, la mayor parte para la diversificación de empresas asentadas en las Islas, y ayudas para dinamizar las 130 zonas industriales del Archipiélago, para que sean más atractivas de cara a la implantación de empresas. Lo hicimos para ir empezando a caminar hacia la utopía de la diversificación, porque si no empezamos no se llega. En el Plan de reactivación de Canarias, hasta 2023, hemos planteado destinar más de 200 millones de euros a industria y comercio. Habrá que buscar la financiación, pero es necesario.

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